Estaba casi terminando el Día Contra el
Cáncer de mama cuando recibí un mensaje al móvil con un enlace para ver un
vídeo. Un corto titulado “La vuelta a la tortilla”. A quien no lo haya visto,
merece la pena pinchar el siguiente enlace
(https://www.youtube.com/watch?v=A8mtdnIotT0) antes de seguir leyendo.
Es un corto de Paco León sobre el cáncer de
mama realizado hace varios años, pero que vuelve a ver la luz y pasa de
teléfono en teléfono cada 19 de octubre. Lo abrí sin demasiadas esperanzas; he
visto tantos cortos sobre el tema y he leído tantos testimonios de los que
ponen los pelos de punta, que mi listón para la sorpresa está bastante alto.
Es difícil asombrarme, pero con el paso de
esos doce minutos que dura el vídeo, el corazón se me iba encogiendo. Porque, y
parafraseando a los Héroes del Silencio, a
grandes rasgos… podría ser yo.
Las dos somos muy jóvenes, me considero joven y mucho más para estar
enferma. Puede que a ella le pasara lo que a mí que, hasta que nos lo
diagnosticaron, asociábamos el cáncer a eso que les ocurre a padres y abuelos,
pero no era algo que nos tocara por edad.
Verla en el supermercado, haciendo deporte o
pelando patatas es verla intentando darle normalidad a una vida que
se le ha puesto del revés, si es que se puede conseguir recuperar la normalidad
tras el paso de un terremoto. En eso también nos parecemos; estamos buscando
cómo movernos con soltura entre los escombros que ha dejado el seísmo.
Las dos tenemos una peluca castaña de media
melena. Ambas tenemos entre nuestros objetivos correr una carrera solidaria.
Por nosotras y por todas nuestras compañeras.
La marca que patrocina el corto es de una
cerveza sin alcohol y por eso la consume, pero puestos a imaginar, también
podría ser que la beba porque tenga las transaminasas altas por los taxanos,
como yo un día las tuve (aunque ahora mismo mi hígado funcione perfectamente). Y ya por coincidir,
aunque parezca estúpido, tengo una cazadora exactamente igual a la suya.
Pero si en algo coincidimos, la chica de esta
historia y yo, es que ambas tenemos cáncer.
Con tantos parecidos, verlo una sola vez se
me quedó corto, y lo volví a poner, buscando algo más que similitudes en
nuestro aspecto físico. Presté más atención a los diálogos, y dos frases me
resultaron muy mías, o muy nuestras.
Dos frases que pueden resumir bien mi actitud
frente a una posible futura relación de pareja, algo que ni siquiera me había planteado, ya que la
palabra futuro la tengo un poco arrumbada.
Hay un montón de mujeres que cuando se
enfrentan al terrible diagnóstico del cáncer de mama tienen a su lado al
hombre de su vida, o al menos están emparejadas. Pero, ¿Cómo afrontamos comenzar una relación las
que durante la enfermedad estamos solteras?
…En la prosperidad
y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte
todos los días de mi vida… Conocemos estas palabras, oídas en decenas de bodas. Porque eso sí me
corresponde por edad, ir a muchas bodas.
En mi caso no hizo falta que llegara la
adversidad y la enfermedad para que el respeto desapareciera. Me siento
liberada por haber salido de aquella pantomima, por haber dejado atrás a una
persona que me habría fallado estrepitosamente, de haber seguido conmigo. Me he librado de él… para todos los días de mi
vida.
Dicho esto, queda más o menos claro que mis
ganas de historias de amor son escasas, por no decir nulas. Bien empezamos…
-Yo no estoy para eso- le comenta a
su amiga cuando hablan sobre el chico del supermercado. Exactamente lo mismo que he contestado yo a
cualquiera de mis amigas, cuando me han preguntado por el tema. Gran parte de
mi día a día gira en torno a mi tratamiento, mis pruebas, mi enfermedad. No
quiero que el cáncer defina quién soy, pero de momento no puedo dejarlo en un
segundo plano. Aún no. Por eso veo
imposible recuperar el ocio como antes lo entendía, volver a ser la que algún
día fui. Mi antiguo yo ya no existe, no sé cómo seré mañana. Ni siquiera sé
cómo seré al final del día….. y por eso, coincido con la chica del corto, yo
tampoco estoy para nada.
La segunda frase que me identifica con mi alter ego cinematográfico es, si cabe,
más apropiada. La chica es valiente, es honesta y hace lo que yo haría en su
caso. Contarle al chico la situación. Después del bombazo, irónicamente le dice
-Soy
un chollito-.
Yo haría lo mismo. Contar mi realidad. A
bocajarro y sin anestesia. Aunque contarlo suponga el final de algo que jamás
comience. Mi versión de su frase es -¡Vaya
mochila llevo!-.
Todos tenemos nuestra mochila que con el paso
de los años, se va cargando. Mi mochila es enorme y además, está ya casi llena.
A las piedras que cargo propias de mi edad y experiencias previas, le sumo el
pedrusco de esta nueva experiencia vital.
Es difícil contarle a alguien a quien quieres
gustar, que tu mochila es muy pesada que está llena de tristeza, de cicatrices
y de miedos. El miedo es libre… y pesa mucho.
Miedo, en primer lugar, a querer tener un
futuro que no está garantizado porque la enfermedad reaparezca , o peor, porque
nunca se vaya. Esa espada de Damocles es enorme como para meterla en una
mochila, ya de por sí muy cargada. Miedo a las cicatrices, miedo a un cuerpo
que no reconoces como tuyo. Miedo al rechazo, al ajeno y al propio. Porque la
vida es cruel, y el amor también lo es. El rechazo existe y yo, con el propio,
de momento, tengo bastante.
Intento ponerme en el lugar de la posible
pareja, de la persona a la que de repente le llega esta dosis de realidad, de
enfermedad y de miedos. ¿Saldría corriendo? Con lo que me pesa la mochila es un
poco difícil huir…
Fuera de bromas, parece que la historia de
Silvia y Rafa sale bien, un final de cine. Lógico, al fin y al cabo es una
película. Y en eso creo que ya no nos parecemos tanto la protagonista y yo…
Todos queremos un final de película, pero
para poder comer perdices, hay que aprender
a darle la vuelta a la tortilla.
-THE END-
Es difícil escapar de los miedos, pero temen cuenta que la belleza mas importante es la que no se ve, y de esa a ti te sobra
ResponderEliminarGracias Pilar, por tus ánimos, por leerme, por tus palabras, por todo!!!
EliminarHola Mariluz. Por aquí ando siguiéndote, ya lo sabes. Me parece que lo que escribes es digno de ser leído, no solo por mujeres u hombres que están en tu situación, sino también por los familiares que deben saber cómo os sentís. Me encantaría, algún día, poder asisitir a la presentación de tu libro con la recopilación de todas estas entradas emocionantes y llenas de fuerza...aquí lanzo la idea. Mientras tanto, te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarQue bonitas palabras Salomé. El objetivo de escribirlo es bastante egoísta, ayudarme a mí misma plasmando sentimientos. Parece que a algunas personas les ayuda, y eso es mucho más de lo que habría imaginado.
ResponderEliminarAlgunas personas coinciden contigo en lo del libro y me sorprende muchísimo. No me considero buena en esto, sólo que la situación lo propicia y habla de uno mismo es sencillo.
Si al final la cosa saliera ten por seguro que estarás, sería un honor!!
Gracias de verdad por todo
Gracias a ti por darnos tanto. Ojalá lo del libro sea una realidad.
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