viernes, 5 de agosto de 2016

La montaña rusa

Llegué a este parque de atracciones un lluvioso viernes de principios de mayo. Hacía unos pocos meses que había pasado una revisión de esa lesión supuestamente benigna, pero buscaba una segunda opinión, algo estaba cambiando. El pecho ya no tenía la misma forma, y el pezón tenía un aspecto muy raro.
Ya estaba montada en la montaña rusa de la que a día de hoy no he podido bajarme, pero aún no lo sabía del todo. Por un lado estaba segura de que esa segunda opinión que andaba buscando corroboraría que no era nada, ¿por qué a mí?, pero por otro lado sentía en la barriga el cosquilleo que se siente al columpiarse, el que se siente justo antes de caer al vacío ¿por qué no a mi?
En esa consulta me pidieron una ecografía y una biopsia para una semana después. La opción “algo malo” iba ganando puntos en mi cabeza, porque así soy yo (y creo que así somos un poco todos), nos ponemos en lo peor y lo que venga favorable, bienvenido será.
Por primera vez con buen criterio en tantos meses, busqué a mi hermana. Ella, que además de hermana, es médico. “Luchi- me dijo- vamos a que te repitan la ecografía y salimos de dudas”. La primera pasajera subida sin quererlo al vagón de mi triste atracción de feria.
Las caras tras la ecografía no eran de nada benigno, y me comentaron que el tamaño era más grande que lo que me habían dicho en todas las revisiones; el siguiente paso, ese mismo día, una mamografía, que no sé ni cómo salió porque ya no paraba de llorar y era incapaz de estar quieta. La enfermera me hablaba de que su madre había pasado por lo mismo y que estaba genial, pero yo no la escuchaba, en mi cabeza sólo tenía cabida el miedo, la tristeza y la incertidumbre. Sobre todo miedo. Al salir de la prueba, la radióloga me dijo: “Ven el lunes y biopsiamos”. Yo ya no estaba, mi vagón acababa de caer por la primera rampa. Empezaba el viaje.

Ese fin de semana busqué, leí y releí intentando que mis síntomas quedaran englobados en cualquier patología benigna, pero también busqué, leí y releí para que quedaran englobados en una maligna. Picos y valles extremos…Día y noche consultando páginas, artículos, foros, fotos, testimonios, internet me daba la razón para ambos extremos.

Recuerdo cada minuto de ese fin de semana, las caras de mis amigas de ballet al verme, pensando que mi llanto en el vestuario se debía a esa ruptura sentimental que de golpe importaba cero. Recuerdo estar delante del ordenador preparando unas prácticas de la Universidad, pensando que quizá sería la última vez que las diera. Recuerdo los mensajes de las pocas personas a las que les había contado algo intentando animarme, "no te pongas en lo peor" cuando sabíamos que lo peor tenía muchas papeletas de suceder. Recuerdo el telediario del domingo, día de la carrera de la mujer en Madrid, en la que un montón de mujeres sonreían porque habían superado un cáncer de mama. Recuerdo que mi hermana me dijo, -el año que viene la corremos-, y de momento sólo entrena ella (enseguida empezaré yo). Y recuerdo con verdadera tristeza el nudo en el estómago por tener que dar la noticia a mis padres, a mis hermanos, a toda mi familia que tanto hemos pasado con esta enfermedad, a mis amigos. Menudo disgusto les iba a dar y les di…Lo siento.
Quizá me estoy equivocando, porque lo que está por venir es impredecible y “siempre se puede ir a peor”, pero a día de hoy y con la experiencia que tengo, creo que los mayores altibajos ocurren en las primeras semanas.
En esos días en los que pasas de sentir las metástasis en los huesos a estar convencida de que está localizado. En esos días, y los que los habéis vivido a mi lado los habéis sufrido, que pasas del llanto a la risa en cuestión de un instante, ¡qué desastre! Esos días en los que al cerrar los ojos veía las células dividirse. Si al menos fuera de letras me habría ahorrado la visión de las mitosis…
En mi anterior entrada apenas necesité dos líneas, treinta segundos para describir con nombre y apellidos el tumor. “Carcinoma ductal infiltrante, moderadamente diferenciado, dependiente de hormonas (RE+ y RP+) y HER2 negativo.
Ese nombre y mil apellidos que deciden el tratamiento, el pronóstico y la tasa de supervivencia no te los dan en un día. Podéis ver la foto que adjunto con mi calendario del mes de mayo para que os hagáis una idea del proceso, que en mi caso fue afortunadamente rapidísimo.
Retomando el hilo…llegó el lunes, la biopsia. De aguja fina nada, mejor gruesa para poder coger más muestra. ¿Duele? pues sí, pero el dolor físico pasa a un segundo plano. Ya de paso, revisión ginecológica, al menos los ovarios están bien!
Dos días más en los que la incertidumbre crece, en los que me muevo por mi montaña rusa sin control, en los que mi hermana tiene que pasar el trago de decirle a unos padres, que encima son los suyos, que vengan de Murcia porque algo no va bien.
Pero para bien y para mal el tiempo pasa, y llega el día del escáner y de los resultados de la biopsia. En esa sala de espera oigo por primera vez la palabra “carcinoma”, ya está, se acabó. Es el fin. Todo da igual, que me hagan las pruebas que quieran, me dejé llevar, análisis de sangre para marcadores tumorales, contraste para el escáner y a la máquina, sin pensar, sin sentir. El escáner estaba limpio, ¡no todo iba a ser malo!
Recuerdo esa noche, mis padres, mi hermana y yo “celebrando” que el escáner estaba bien. Mis lágrimas cayendo dentro de una caña de cerveza mientras planeábamos que dentro de un año, el 11 de mayo de 2017, volveremos a celebrar el fin de esta historia en ese mismo bar (ya os avisaré).
Los días siguientes fueron de vértigo, lógico tratándose de una montaña rusa.
-Resonancia magnética: la máquina ruidosa donde terminan de estudiar el tumor y si hay más sorpresas en la otra o en la misma mama además de los ganglios, que tan importantes son.
-Biopsia de la piel: ésta sí que duele. Tomaron muestra de la piel del pezón para ver si estaba afectada. Lo estaba…
-Coil de marcaje: el chivato para la cirugía. Te marcan el tumor con titanio por si al dar la quimio, éste desaparece. Duele mucho, y a mí me pusieron  tres, pero merece la pena con sólo pensar que en el futuro los cirujanos sólo encuentren titanio.
-Ganglio centinela: la prueba de las pruebas. La que decide si el cáncer ha salido o no del pecho. Dura dos días, uno donde con cuatro pinchazos (en mi caso ocho) te inyectan un elemento radiactivo en el tumor para ver a qué ganglio van primero las células cancerígenas, y el segundo día, te lo sacan y analizan.
El día de mi 35 cumpleaños, operación de ganglio centinela. Mi primer regalo, dos ganglios fuera. ¡FELICIDADES!
Encender el móvil al salir del hospital y sentir el cariño de todos, los que lo sabían y los que no, y yo sólo contando las horas que faltaban para que ese día pasara, para que este año pase, deseando poder cumplir treinta y seis. Al fondo del valle de nuevo…
Los resultados no eran urgentes ni decidían nada, porque ya estaba decidida la quimio neoadyuvante (antes de operar), pero la zozobra en mí era imparable. ¿Ganglios positivos, ganglios negativos? Resultados: el día de mi primera cita con la oncóloga, pero ya os adelanto que fueron positivos.
-Extracción de ovocitos: Tienes poco tiempo porque la quimio empieza en cuestión de días, pero en ese plazo te dan la oportunidad de extraer algún ovocito para el futuro, porque la fertilidad puede irse al garete con la quimioterapia y con los 5 años de hormonoterapia que vienen detrás. Fue una experiencia agridulce, hormonas, pinchazos, ecografías, sólo hay uno, no hay tiempo y el protocolo dice que no se extrae ¿Cómo que no?…En otra entrada explicaré con más detalle este proceso, pero al menos no fue infructuoso, ahí está Frozen para el futuro!
He dejado para el final mi visita a la psicóloga de la AECC y a la psiquiatra. Las dejo para el final ya que le dan sentido al título de este post. Ambas me dieron a entender que mi reacción era relativamente normal, que quizá me paso de llorica (siempre lo he sido), pero que cada persona asume, interioriza y digiere el cáncer de una manera. Lo que más me ayudó fue que existía una explicación a mi montaña rusa emocional: ellas la llamaban los ajustes. Los primeros días subes y bajas sin control por la falta de información. De cero a cien, que digo a cien, a mil. Con el paso de los días, de las semanas, con los resultados (buenos y malos) se supone que esas crestas y valles se suavizan…que vas manejando mejor la situación, que digieres el mazazo.  Y en ello sigo…intentando que el recorrido entre el cenit y el nadir sea cada día sea más pequeño, dando normalidad a esto, buscando la parte buena.

Era difícil resumir un mes entero en una única entrada, quizá se ha hecho demasiado larga…lo dejo aquí, os espero en mi vagón, el viaje continúa…

9 comentarios:

  1. "si al menos fuera de letras me habría ahorrado la visión de las mitosis…" Que siempre te quede el humor!! :-)

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    1. Qué menos!! Quizá pensaría cosas peores que la mitosis, nunca lo sabré!!

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    2. Qué menos!! Quizá pensaría cosas peores que la mitosis, nunca lo sabré!!

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  2. aún sabiéndolo como lo sé, sobrecoge un poco leerlo, posiblemente por todo el cariño que te tengo, que mezcla de sentimientos ----efectivamente una montaña rusa, pero con una mujer muy valiente detrás te quiero princesa

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    1. Miles de millones de gracias. Besos a montones y apretados

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    2. Miles de millones de gracias. Besos a montones y apretados

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  3. De que manera tan maravillosa consigues que montemos contigo en tu particular montaña rusa... gracias

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  4. “Qué desastre”, ésta era la expresión que repetías al final de cada frase tras la noticia. Me acostumbré a escucharte y esperar la fatídica expresión. Cuando empezaste a decirla menos frecuentemente, pensé que tu ánimo estaba mejorando. ¡¡¡Me alegré tanto querida Luz!!!Un abrazo grande y fuerte.

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